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domingo, 6 de noviembre de 2011

Biotecnología: Una Revolución Silenciosa (parte 2)

Enfoque sobre los productos huérfanos Uno de los principales pioneros del país en materia de biotecnología, fue la Fundación Chile, un instituto de transferencia de tecnología con sede en Santiago. A finales de los años ‘90s, creó Biogenetic un joint venture con Interlink Biotechnologies, con sede en Nueva Jersey, en un esfuerzo por agregar biotecnología a la competitividad de algunas de las principales exportaciones chilenas.


El director general de Fundación Chile, Eduardo Bitrán, dice que Chile debe concentrarse en lo que a veces llaman cultivos o productos “huérfanos”, en otras palabras, aquellos que a pesar de ser tremendamente importantes para Chile, son demasiado pequeños como para atraer la atención de grandes compañías internacionales de biotecnología. “Ellas miran hacia el volumen para justificar la investigación y el apoyo en materia de Relaciones Públicas”, explica Bitrán. Ese punto de vista es apoyado por Alfredo Villaseca, director de Monsanto en Chile, un productor de semillas modificadas genéticamente, con sede en EE.UU. “La investigación siempre se inicia con los grandes cultivos; nadie desarrolla una nueva tecnología para el perejil”, señala. Monsanto comenzó su vida comercial como proveedor de químicos agrícolas. “Ello significaba convencer sólo al agricultor, no al público en general”, se recuerda Villaseca. Pero, en los años ‘80, cuando la compañía comenzó a operar en el área de productos biotecnológicos y transgénicos, la aceptación del público pasó a ser un problema. Sin duda, la compañía que se concentra en maíz, algodón, canola y porotos de soya, ha abandonado el trigo transgénico, debido, en parte, a la importancia simbólica del pan. “Los consumidores no se dan cuenta de que los cultivos transgénicos pueden significar alimentos más baratos y menos toxinas en el ambiente”, se lamenta Villaseca. Y si Monsanto se retiró del trigo, un producto del cual existen millones de hectáreas, sólo en EE.UU., ¿cuáles son las oportunidades, por ejemplo, para los duraznos en Chile? 


Pero los nectarines -un tipo de durazno-, son objeto de un importante programa de investigación biotecnológico que actualmente se está efectuando en Chile. Bajo la Iniciativa de Genoma Chilena, lanzada en el 2001 -con el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo y del Gobierno Chileno-, un grupo de organizaciones de investigación y de la industria, están observando por qué los nectarines pierden su jugosidad, cuando están en tránsito hacia los mercados de exportación. Este es un problema especial para Chile, debido a la distancia del país hacia sus principales mercados frutícolas en América del Norte y Europa, expresa Edmundo Araya, director general de la Fundación para el Desarrollo Frutícola (FDF). “A diferencia de otros países proveedores, nosotros tardamos entre 13 y 15 días antes de que nuestros nectarines lleguen a la estantería del supermercado, y nadie va a resolver ese problema por nosotros”, insiste él. El proyecto de investigación, de USD 2 millones, está tratando de identificar los genes responsables de esta pérdida de jugosidad y, dice Araya, que ha logrado un progreso interesante. 


La FDF y la Asociación de Exportadores de Frutas (ASOEX), están participando en conjunto en el proyecto. Su rol, dice Araya, es asegurar que las prioridades del proyecto estén alineadas con las necesidades de la industria, en vez de ramificarse hacia áreas que podrían ser científicamente interesantes, pero que tienen un menor valor práctico inmediato. Otro proyecto que opera bajo la Iniciativa Genoma, también está estudiando la genómica de las uvas. La meta es encontrar los genes que proporcionan resistencia a la botritis -una enfermedad fúngica, que produce naturalmente uvas sin semillas- eliminando así la necesidad de aplicar ácido giberélico, una hormona de la planta, requerida actualmente para que las uvas sin semillas alcancen su tamaño completo. Asimismo, la industria frutícola en conjunto con universidades e institutos de investigación local y de EE.UU, han recurrido al Programa Consorcio a fin de obtener financiamiento para desarrollar variedades de frutas deshuesadas, uva de mesa, manzanas y bayas. El proyecto que durará cerca de cinco años tendría un costo estimado de USD 7 millones, de los cuales el gobierno aportaría casi el cincuenta por ciento. 
                                                               Botrytis cinerea en Vid


Botrytis cinerea




Fuente: http://www.businesschile.cl

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