Manteniéndose al
corriente Chile está
adelante de otros países productores de fruta en investigación de frutas
deshuesadas, pero detrás de otros, como por ejemplo en manzanas, dice Araya.
Pero para todas sus exportaciones de frutas,
se necesita que urgentemente desarrolle sus propias variedades.
La mayoría de las
variedades cultivadas actualmente en Chile fueron desarrolladas hace 30 años
atrás, por el Departamento de Agricultura de los EE.UU. y están disponibles sin
costo. Pero hoy en día, son las compañías privadas, las que hacen los cultivos y
ellas están patentando sus resultados, y no sólo exigen un pago de regalías,
sino también determinan el área donde una nueva variedad puede ser cultivada
mundialmente y aún el embalaje en el cual ésta debe ser comercializada.
Por ejemplo, en la actualidad, existen algunas variedades de frambuesas que los productores chilenos simplemente no pueden obtener. “En el mediano plazo, si Chile no tiene sus variedades propias para colocar sobre la mesa de negociación internacional, deberá enfrentar una real amenaza a su competitividad”, advierte Araya. La competitividad también es un tema para la industria minera del cobre de Chile. Con la mayoría de los yacimientos más atractivos del país que ya han sido desarrollados, la industria necesita encontrar formas económicamente viables de explotar recursos de menor calidad. Y en esto también, la biotecnología puede ayudar. A finales de los ‘90s, Chile estaba 20 años atrasado en biominería, pero ahora está al frente, dice Pedro Morales, gerente de investigación e innovación de la productora de cobre estatal, Codelco. Esto se debe, en parte, a un proyecto desarrollado bajo la Iniciativa Genoma chilena. Llevada adelante por BioSigma, un joint venture entre Codelco y Nippon Mining and Metals de Japón, el proyecto ha aislado un conjunto de bacterias, las que debido a que operan a temperatura ambiente, prometen reducir el costo de lixiviación de sulfuros que, de otra forma, bajo los procesos existentes, tendrían una calidad demasiado baja para su explotación comercial.
“Las bacterias existe en forma natural; lo que BioSigma ha hecho, es optimizarlas y reproducirlas”, cuenta Morales. Además, a través de Alliance Copper, un joint venture con BHP Billiton, Codelco también está usando biolixiviación -en este caso, a temperaturas más altas- para tratar el problema de impurezas, tales como el arsénico, que incrementa los costos de producción de cobre. Alliance Copper, que ha invertido a la fecha, un estimado de USD 80 millones, ya está operando una planta piloto que ha demostrado el potencial comercial de la tecnología y, en esta misma línea, según Morales, una decisión será tomada a fines de este año, sobre la proposición de una planta industrial, cuyo valor alcanzaría los USD 328 millones.
Por ejemplo, en la actualidad, existen algunas variedades de frambuesas que los productores chilenos simplemente no pueden obtener. “En el mediano plazo, si Chile no tiene sus variedades propias para colocar sobre la mesa de negociación internacional, deberá enfrentar una real amenaza a su competitividad”, advierte Araya. La competitividad también es un tema para la industria minera del cobre de Chile. Con la mayoría de los yacimientos más atractivos del país que ya han sido desarrollados, la industria necesita encontrar formas económicamente viables de explotar recursos de menor calidad. Y en esto también, la biotecnología puede ayudar. A finales de los ‘90s, Chile estaba 20 años atrasado en biominería, pero ahora está al frente, dice Pedro Morales, gerente de investigación e innovación de la productora de cobre estatal, Codelco. Esto se debe, en parte, a un proyecto desarrollado bajo la Iniciativa Genoma chilena. Llevada adelante por BioSigma, un joint venture entre Codelco y Nippon Mining and Metals de Japón, el proyecto ha aislado un conjunto de bacterias, las que debido a que operan a temperatura ambiente, prometen reducir el costo de lixiviación de sulfuros que, de otra forma, bajo los procesos existentes, tendrían una calidad demasiado baja para su explotación comercial.
“Las bacterias existe en forma natural; lo que BioSigma ha hecho, es optimizarlas y reproducirlas”, cuenta Morales. Además, a través de Alliance Copper, un joint venture con BHP Billiton, Codelco también está usando biolixiviación -en este caso, a temperaturas más altas- para tratar el problema de impurezas, tales como el arsénico, que incrementa los costos de producción de cobre. Alliance Copper, que ha invertido a la fecha, un estimado de USD 80 millones, ya está operando una planta piloto que ha demostrado el potencial comercial de la tecnología y, en esta misma línea, según Morales, una decisión será tomada a fines de este año, sobre la proposición de una planta industrial, cuyo valor alcanzaría los USD 328 millones.
En la industria forestal, Chile también se está manteniendo
muy al corriente de los desarrollos de la biotecnología internacional, expresa
Eduardo Rodríguez, gerente general de Bioforest, una subsidiaria de la compañía
forestal Arauco. “En la clonación de eucaliptos, yo diría que estamos
ligeramente detrás de Brasil, pero en cuanto a pinos, Chile está a la par o aún
delante de Nueva Zelanda y Australia”, informa él. En el caso de la industria
forestal, la transformación genética aún es un proyecto distante, dice
Rodríguez. “Aún podemos lograr mucho a través de la aplicación del conocimiento
genómico a los procesos de selección natural”, agrega. Y ello también tiene la
ventaja de ser mucho más barato. Con un presupuesto anual de alrededor de USD 3
millones y un personal formado por 40 profesionales, Bioforest aplica diversas
técnicas, a base de cortes y semillas, para desarrollar y multiplicar clones ya
continuación, utilizando análisis genético, selecciona aquellos con el mejor
potencial de crecimiento. Durante los tres últimos años, Arauco ha estado plantando
eucaliptos clonados y espera comenzar pronto con pinos. Pero la industria
forestal también está observando otras aplicaciones de biotecnología. Arauco y
CMPC, la otra gran compañía forestal chilena, están participando en conjunto
con dos universidades locales y la Fundación Chile, en un consorcio que está
concentrado en identificar los genes que pueden incrementar la resistencia de
pinos y eucaliptos a las heladas y a los hongos, y a reducir el contenido de
lignina, una sustancia que debe ser removida para la fabricación de pasta de
madera.
Lo que ello conlleva Existe
un consenso básico en que el financiamiento para los proyectos de investigación
biotecnológica hoy no es un problema. Pero el gobierno dice que el sector
privado podría hacer más. En su mensaje sobre el estado de la nación, el
Presidente Lagos señaló que en Chile sólo el 28% del financiamiento para I + D
proviene del sector privado, en comparación con el 68% que se da en los países
industrializados. “En Chile, al sector privado no le agrada pagar por
tecnología”, advierte Eduardo Bitrán, de Fundación Chile. Y el dinero realmente
puede pasar a ser un problema cuando la investigación básica alcanza la etapa
en la cual está lista para aplicarse en un nuevo negocio. “Lo que estamos haciendo
es crear puestas en marcha con capital de riesgo”, argumenta Arturo Yudelevich,
gerente general de BiosChile, una de las compañías de biotecnología más grandes
y antiguas del país.
BiosChile que fabrica
productos de diagnóstico medico y veterinario, fue fundada en 1986 y ha pasado
a ser rápidamente rentable, debido en parte a que ella representa a proveedores
extranjeros, así como también al desarrollar sus propios productos. Pero, a
pesar de que estaba en posición de obtener ayuda de CORFO, no fue fácil obtener
capital de crecimiento, recuerda Yudelevich. “Lo que nosotros hacemos es
difícil de explicar para satisfacer a un banco”, expresa él. Las reglamentaciones también pasan a ser una preocupación,
incluyendo la posición anómala chilena sobre cultivos modificados
genéticamente. Las semillas que han sido modificadas genéticamente pueden ser
multiplicadas en el país y no existe ninguna restricción a las importaciones de
alimentos que contienen productos modificados genéticamente. Pero los cultivos
en sí, no pueden desarrollarse en Chile, señala Alfredo Villaseca de Monsanto.
Un marco reglamentario adecuado es crucial, agrega Katia Trusich de Innova
Chile. Pero muchos de los puntos de partida y sustento para la formación de una
industria de biotecnológica exitosa ya existen en Chile. Las comparaciones
internacionales, que a menudo son críticas con respecto a los nievels de los
colegios del país, regularmente otorgan buen puntaje a sus universidades y en
Chile la fuga de cerebros es virtualmente inexistente. Además, uno de los
típicos riesgos para el desarrollo científico y tecnológico -una falta de
alineamiento entre los intereses académicos y comerciales- está siendo superado
gradualmente.
“Las Universidades solían ver a las firmas solo como una
fuente de dinero, y las firmas veían a las universidades como un drenaje de sus
propios recursos; no existía una confianza mutua, pero eso está cambiando”,
informa Yudlevich. “Existe un
claro progreso en este frente; las universidades por ejemplo, actualmente están
mucho más concientes de la necesidad de registrar patentes”. Esta colaboración
también debería ayudar a ajustar el enfoque de la incipiente industria de
biotecnología chilena. Más aún, ello es especialmente ineficiente si -como a
menudo sucede en biotecnología- se está tratando un objeto similar a partir de
diversos ángulos. Pero en la medida que Chile cumpla con las promesas y riesgos
de la biotecnología, el tiempo es a lo mejor el único desafío más importante.
Ciertamente, el asunto es que los proyectos de biotecnología necesitan años o
aún décadas para entregar los resultados que son la única prueba real de su
éxito. Y mientras tanto, otros países y competidores en el mercado de
exportación por supuesto que no permanecerán ociosos.
Fuente: http://www.businesschile.cl
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